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Los niños y yo

En general todas las propuestas de actividades que hago las voy construyendo en base a la propia experiencia.  Creo que es la mejor aliada a la hora de querer transmitir una enseñanza y un aprendizaje, haberlo pasado por la propia piel.  Es así como para poder ver mi relación con el trabajo corporal y expresivo con relación a los niños tengo que remitirme a mis primeros años en este mundo, aquellas épocas en las que la imaginación vuela y un rollo de cartón de un papel higiénico puede cobrar vidas de naves espaciales, de tubos de ensayo, y de túneles infinitos.  Lo que recuerdo con mucha nítidez son aquellos aprendizajes que se daban a través del juego y la interacción, a mi esto de estar sentada en un banco durante horas escuchando explicaciones eternas sobre teorías y mas teorías no me saciaba mi sed de exploración.  Necesitaba poner en marcha la maquinaria de mis sentidos, tocar, oír, oler, mirar, saborear, y mi imaginación fluía y viajaba por horizontes inalcanzables.  Así aprendía de manera divertida, fácil, poniéndome en la ACCIÓN más que en el entendimiento de unos conceptos teóricos.  

Con el tiempo el teatro me descubrió la posibilidad de seguir viajando a mundos imaginarios, cuando ya mi cuerpo no era el de una niña sino el de una adulta que quería seguir expresándose como una niña.   Y seguí jugando a que las sillas eran puertas y las cortinas eran ventanas, y los focos de luces los rayos del sol de invierno.  

Cuando fui conciente de que la actriz con tanta formación en sus mundos de adulta quería seguir compartiendo su experiencia con los niños comencé a dar clases de teatro para ese público tan agradecido, tan espontáneo, tan solidario e inocente.  Los niños tienen esa capacidad del juego por el juego, sin tamices de explicaciones, hay un mensaje que circula por las redes que dice algo asi como : "No importa que tan adulto seas, si un niño te pasa un teléfono de juguete tú contesta".  Esto hace posible que gran parte de los conocimientos importantes para nuestra sociabilización sean aprendidos a través del JUEGO:  la seguridad en uno mismo y en el entorno, la empatía, la asertividad, el espíritu altruista y solidario.  

Esas clases fueron siempre acompañadas por la música y el movimiento, dos elementos fundamentales para crear un espacio de complicidad con los compañeros, de diversión y de fiesta.  El cuerpo nos hace tomar contacto los unos con los otros desde un lugar de mucha escucha intuitiva, sin que nuestros juicios mentales entren en juego, así alcanzamos mucha desinhibición en nuestro día a día.  Con los niños igual, se relacionan desde un lugar lúdico y eso les enciende un motor de mucha escucha con ellos mismos y con el  grupo. A esta importante parte mi carrera se le sumó la llegada de mi hijo Asier.  El ver de primera mano cómo un ser aprende sin necesidad de muchas fichas, ni horas de trazos finos y trazos gruesos, sino que con la simple y gran curiosidad que se despierta en un niño de 4 años que por naturaleza quiere aprender, y ahí nosotros los adultos poniendo atención plena a ver qué es lo que quiere aprender y ayudándolo en esa explorarión.  La música la aprende bailando, las sumas las aprende jugando, el idioma inglés lo aprende cantando, las letras las aprende garabateando a su modo y cómo mas divertido le resulta...Así aprende Asier y aprende mucho.  Él se ha convertido en un maestro para mí y cada lección que me da la pongo en práctica en mis clases.

Vivir rodeada de niños de un tiempo a esta parte me ha dado una frescura en mis pasos que agradezco que la vida que me haya llevado a ellos, ahora os propongo que probéis... JUGAR APRENDIENDO Y APRENDER JUGANDO!!

 

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